The Terror: el infierno que vino del frío

Not here, the white north has thy bones; and thou, heroic sailor-soul, aty passing on thine happier voyage now toward no earthly pole

Versos de Tennyson que acompañan al 

homenaje  al capitán  Franklin en Westimster Abbey.

Hay a quien estas cosas no le impresionan. Pero a mi si. Me han fascinado siempre las grandes expediciones. No tanto, por el tema de la resistencia física, de la voluntad casi suicida y la aventura ligada al destino del ser humano. Sino por el paisaje. Esa capacidad del medio de influir en la percepción de las personas hasta el punto de alterar su sentido del yo y del mundo. Y de todo eso habla The Terror el descenso a los infiernos árticos producido por Ridley Scott, que adapta a lo largo de diez capítulos la novela de Dan Simmons (The Terror, 2007) y que se emite en el canal AMC. En España puede verse a través de Movistar Plus. 

Simmons se basa a su vez en la expedición perdida de Franklin, que partió de Inglaterra en 1845 en busca del inexplorado paso del noroeste, el paso marítimo que, a través de las gélidas aguas del norte de América, comunica el océano Atlántico con el estrecho de Bering y el océano Pacífico y que finalmente sería descubierto por Amudsen en 1903. Las dos naves que formaban parte de la expedición, The Terror y el Erebus, tenían provisiones para tres años y contaban en su haber con una biblioteca de 1700 ejemplares. Francis Crozier y John Franklin eran marinos británicos experimentados y ya conocían la dureza de las temperaturas árticas, querían asegurarse de que su tripulación estuviera entretenida. Las naves quedaron atrapadas en el hielo sin poder seguir avanzando en el estrecho de Victoria, cerca de las costas de la isla del rey Guillermo. De lo que pasó después pocas cosas se saben; la única certeza es que todos sus tripulantes perecieron en el intento, probablemente víctimas de varias enfermedades como el escorbuto, la enfermedad de Addison o el envenenamiento por ingestión de plomo que contenían las latas de conserva. 

Precisamente, estas lagunas en el destino de la tripulación es donde se ha centrado la novela de Simmons que la serie traslada a la pantalla , dibujando una escenografía del terror que abarca referentes literarios que van desde la ciencia ficción metafísica, sobretodo en los primeros episodios, con la bruma mística del hielo y las apariciones de los inuits, la historia de aventuras de Julio Verne, el western y el terror gótico de Poe hasta llegar en sus últimos episodios a la locura lovercraftiana y al horror caníbal que recuerdan a El corazón de las Tinieblas de Conrad, tanto en su versión literaria como en la adaptación cinematográfica de Coppola, Apocalypse Now. . Particularmente perturbadora es la escena en la que el capitán Francis Crozier encuentra a uno de sus súbditos con la cara cosida con una cadena de oro.

"Si alguna vez fui médico, ya no lo soy" dice el doctor Goodsir

La historia se divide en dos partes. En la primera, claramente marítima,  el hielo y las naves son el único escenario. La fotografía cumple aquí un papel esencial a la hora de  recrear  un  exterior que resulta tan enigmático como claustrofobico. Se nos narran las desavenencias entre los dos capitanes, Francis Crozier, interpretado por Jared Harris ( The Crown) y el jefe de toda la expedición John Franklin, interpretado por Ciarán Hinds (El topo, Munich). Los hombres no han perdido aquí sus disfraces. Se sienten dueños de la civilización, la razón y la importante empresa que les han encomendado. Como veremos, a medida que el terror vaya haciendo acto de presencia, su sentido de pertenencia a un mundo y una cultura también se irá erosionando.  A las dificultades del viaje hay que añadir la aparición de una extraña criatura de origen fantástico, que a mi juicio, constituye el punto más débil de la trama, especialmente cuando se hace visible. La historia tiene suficientes elementos sugestivos como para necesitar apoyarse en la pirotecnia fácil.

La segunda parte se centra en las esteparias y pedregosas tierras de la isla del rey Guillermo, un lugar que los directores de fotografía, tres en total, explotan para propiciar el ambiente del espejismo y la alucinación. Cobra aquí protagonismo Tobias Menzies (Outlander) en el papel del capitán James FitzJames, Adam Nagaitis en el papel del perverso Cornelius Hickey y Paul Ready  (Utopía) que da vida al entrañable doctor Goodsir. La serie está repleta de diálogos memorables que defienden una cantera de actores británicos curtidos en las tablas y que marcan la diferencia con otras ficciones más fast food. Cinco minutos de The Terror nos hacen darnos  cuenta de que no estamos ante una ficción convencional, el cuidado y detalle de la poderosa puesta en escena hace que el debate entre cine y televisión nos parezca risible. 

 Sin embargo, una serie también es una historia, pulso narrativo, acontecimiento. Y es aquí donde The Terror puede no responder a las expectativas. Da la sensación de que la serie se alarga innecesariamente y de que algunas subtramas, como la del motín o la de los inuits, están para rellenar. Los propios realizadores son conscientes de que la serie exige "paciencia del público". Y eso en un momento donde hay tanta oferta y tan poca concesión ante los tempos lentos puede jugarle en contra. Personalmente, me ha encantado el viaje hasta la última escena, pero también me ha requerido un esfuerzo y en muchos momentos he pensado que quizás The Terror hubiese ganado si hubiese condensado los diez capítulos en una película de dos horas o en una mini serie de cuatro capítulos. 

Pese a estas observaciones, estamos, sin duda ante una de las series del año, una delicatessen de género para paladares exigentes, una serie para todos los que han soñado alguna vez con paisajes remotos a los que nunca viajarán. 

tumbas de algunos miembros de la tripulación en la isla de Beechey

💃💃💃💃💃 Imprescindible